martes, 9 de agosto de 2011

El Principio del Fin (Capítulo 1)

Sonó la alarma, ya era la hora. Joshua Winter, un joven de 16 años, se levantó de la cama. Era de estatura media y constitución esbelta.
- *Todos los días la misma rutina*.
Bostezó. El chico vivía en un modesto piso del barrio de Santa Bárbara con sus padres y sus hermanos, pero estos estaban de viaje. Se habían ido, por motivos familiares, al norte, a la tierra de su padre, mucho antes de que empezara esta locura. Se duchó. Tenía que ir al refugio. Desde que comenzaron los ataques, a cada familia se le asignó un refugio donde se les proporcionaba alojo y comida. El refugio de Josh era Tavera, un gran colegio que antiguamente fue un palacio, sin embargo, el chico no se quedaba a dormir allí porque Santa Bárbara era una de las pocas zonas seguras... de momento. Abrió el armario.
- *A ver que queda....*
Cogió una camiseta blanca, un jersey fino de color rosa, unos vaqueros azules y unas Converses grises con estampados. A Joshua le gustaba vestir bien. Se fue a la puerta del piso, cogió las llaves y el dinero para el autobús. Bajó las escaleras del bloque y cuando salió algo le crispó. Era una fría mañana de Febrero y había una fina capa de escarcha en el suelo debido a que la noche anterior heló. No era muy profunda pero era lo suficientemente peligrosa como para resbalarse. Todo estaba tranquilo, no había barrenderos, ni gente haciendo el footing matinal, ni jubilados en el bar.
- *Demasiado tranquilo...*
Llegó a la parada a las 7:57 y espero al autobús de las 8:00. Cuando eran las 8:07 no había pasado ningún autobús. En teoría deberían pasar cada 15 minutos.. 8:18, nada... Pero el chico siguió esperando, al fin y al cabo, no tenía nada mejor que hacer. Se mantuvo escuchando el silencio hasta que por fin, a las 8:23, oyó el ruido de un motor. Efectivamente, era el autobús que tanto esperaba. Lo cogió, saludó al conductor y preguntó:
- ¿Me puede explicar usted por qué no ha habido autobuses ni a las 8:00 ni a las 8:15?
- Los otros conductores no se han presentado a trabajar - Dijo mientras agachaba la cabeza.
Joshua lo comprendió en seguida.
- Lo siento.
Le dio el dinero al conductor y se puso en camino a su asiento de siempre. Por el camino, en un asiento del lado derecho, había un hombre recostado en su asiento, con la cabeza gacha y una gabardina sucia. Josh pasó por su lado y le entraron arcadas. Había un olor a podrido en el ambiente. Olía peor que la leche cortada e incluso peor que el vómito post-ingesta. La fuente del olor era el hombre de la gabardina.
- *Por Dios que asco, ¿este hombre no conoce la ducha?*
Llegó, a duras penas, a su asiento; al fondo a la derecha de espaldas al conductor y se sumergió en su mundo particular mientras el vehículo arrancaba. Entonces, a los 11 minutos de viaje, ocurrió. Solo fue un instante pero a Joshua le pareció una eternidad. Cuando el autobús entro en la estación, un alarido de dolor proveniente del conductor resonó en el ambiente. Josh giró la cabeza y vio al hombre de la gabardina encima del conductor. Una décima de segundo después el conductor perdió el control de vehículo y debido a la capa de escarcha. El autobús se estrelló contra una de las columnas del parking subterráneo de la estación. Después del accidente Joshua se encontraba tirado en el suelo con un gran dolor en la cabeza, pero ese dolor desapareció cuando vio la escena. El conductor estaba tirado en el suelo y el apestoso encima de él... Todo era relativamente normal hasta que el "Señor Gabardina" arrancó de cuajo un trozo de carne del cuello del conductor... con los dientes...
- *¡¿Pero que coño?!*
Josh estaba paralizado con una mezcla de asco y terror
- * Ese hombre... se esta comiendo... ¿a otro hombre?*
Hizo un esfuerzo por no vomitar. El caníbal levantó la cabeza y miró a Joshua que estaba encogido de miedo en el fondo del autobús. La imagen del rostro de aquel tipo se le quedó grabado a fuego en las retinas. Lo que antaño fue un hombre de unos 40 años, ahora era un... pegote de piel descompuesta. Los ojos eran blancos y un líquido lechoso brotaba de ellos. Las encía eran de color negro y en los dientes aún quedaban restos de su última comida. El... la cosa esa emitió un gemido de deseo y empezó a arrastrarse por el suelo del autobús en dirección a Joshua. La desesperación se apoderó de él.
- ¿Podemos dialogar...?.
"Eso" se seguía arrastrando. Joshua empezó a respirar agitadamente, sus pulsaciones aumentaban a cada segundo que pasaba y un sudor frío brotó en su frente.
- *Reacciona*
Miró a su izquierda , el muro del parking bloqueaba cualquier salida. Josh ya podía oler el hedor de esa criatura. Miró a la derecha, y la ventana de emergencia más cercana se encontraba demasiado lejos para llegar a tiempo. Había apenas un metro de separación entre ellos.
La cosa gemía con más fuerza. El terror impedía a Joshua ejecutar cualquier acción. Medio metro.
- *¿Así es como voy a morir? ¿Devorado por una criatura que no debería existir?*
En el diccionario no existen palabras suficientes para describir el terror que el muchacho sentía en aquel momento. Joshua intentó mantener la compostura pero con el olor de la Muerte tan cerca de él era prácticamente imposible.
*Si no quiero perder la cabeza ahora necesito tener claros algunos puntos:
1.- Los Zombies existen, es un hecho, lo he contemplado.
2.- Están hambrientos y se alimentan de carne humana.
3.- Vienen a por mí...*
El zombie abrió la boca...

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